CARTA DE “PINOCHO” A LOS NIÑOS Y NIÑAS DE LA CLASE


¡Queridos Amigos y Amigas!



Desde las tierras maravillosas del Reino Fantasía, desde lo más hondo de mi corazón de carne os escribo estas palabras. Tal vez sea la última vez que pueda dirigirme a vosotros. Por eso os pido que leáis estas líneas con mucha atención y cariño. El mismo que brota de mis dedos al escribirlas. Pero sobre todo, guardadlas en lo más profundo de vuestra alma, de vuestro corazón. Es allí y sólo allí, y no en la cabeza, en la mente, donde realmente se comprenden las cosas, al menos, aquellas cosas que nos hacen ser felices y recibir la vida como un regalo.
Lo primero que quiero pediros es que NO OLVIDÉIS NUNCA todo lo que hemos vivido juntos. No dejéis que el polvo del olvido cubra todo lo que habéis visto, habéis oído, habéis tocado, todo lo que habéis escuchado y leído.
No olvidéis que cada día antes de que llegarais a clase, allí estaba yo en la pared, calentando con mis rayitos del pecho cada una de vuestras mesas y así no os encontrarais con el frío de la mañana.
No olvidéis las muchas horas que hemos pasado en la alfombra verde, hablando, escuchando, aprendiendo, cogiéndolos de las manos y transmitiéndonos unos a otros el calorcito de nuestra amistad y cariño.
No olvidéis que todas las cosas que habéis oído son como semillas que ahora tienen que ir creciendo en vuestros corazones.
Tenéis que mostrar al mundo que realmente habéis sido sembrados por la ternura, por la amistad, por la responsabilidad, por la sinceridad y por la alegría.
Yo os he mostrado la satisfacción del trabajo hecho con amor y dedicación. Solo si sois responsables, solo si amáis de verdad todo aquello que hacéis, solo si realmente sentís en vuestro corazón que con cada hoja que estudiáis, con cada cuento que escribís, con cada dibujo que pintáis colaboráis a hacer un mundo más hermoso y mejor…
En todos estos años que he estado con vosotros, participando de vuestras tareas, de vuestros descansos, de vuestras fiestas e incluso de vuestros viajes, he sentido vuestro cariño. Sé que  Pinocho es para vosotros mucho más que un simple muñeco de madera. Es alguien mágico que tocó vuestros corazones y los lleno de alegría.
Pero quiero deciros que vosotros también habéis tocado el mío y lo habéis llenado de gozo y de ternura. Vosotros habéis hecho del mío un corazón de carne del que muchas veces al recordaros, han brotado lágrimas calientes. Recordad: “a veces la alegría es tanta que el corazón se desborda y rebosan lágrimas dulces por los ojos”.
Tal vez ya no me veáis colgado en la pared. No importa. Yo no me iré si me seguís llevando dentro de vosotros. Quizá os ha llegado la hora de mirar dentro del corazón para poder leer de nuevo aquellas frases mágicas:
“Siempre puedo empezar de nuevo”, “Soy responsable de mis cosas y trabajos”, “Para hacer bien una cosa, amigo mío, hay que amarla”, “Con mi trabajo ayudo a mejorar el mundo”, “Defiende tu opinión hasta que los otros te aporten otra mejor”, “La ternura es la suavidad con la que nos sale  la luz que llevamos dentro”, “El silencio es bonito y nos ayuda a estar mejor”, “Mi alegría no depende de nada, ni de nadie, solo de mí”…
Yo sé que hay muchas cosas de la Escuela que no os gustan.
Pensad que podéis hacer vosotros para mejorarlas.
La VIDA es algo maravilloso que hay que cuidar y defender. De nada sirve que aprendáis mucho si luego vuestro corazón no es generoso y tierno, si hacéis que otros sean infelices no colaboráis en mejorar todo aquello que sintáis que no es correcto o defectuoso.
Mi mayor alegría sería comprobar que allí donde estéis seréis focos de Luz, Amor y Entusiasmo. Podéis mostrar a otros niños y a vuestros mayores, que la VIDA no se detiene sino que va hacia adelante. Con vuestro ejemplo podéis proclamar que podemos ser y vivir de otra manera. Y sabed que cuando viváis así, desde la luz de vuestro corazón, el resplandor de todo aquello que hagáis y digáis llegará hasta la más lejana de las estrellas. Y desde ella, Dios sonreirá, se alegrará y derramará sobre vosotros toda su infinita ternura.
No me despido porque no siento que me vaya. Yo ya os llevo dentro, muy dentro. Y me acompañaréis incluso, por los paseos de los jardines del Paraíso.

Allí sembraré un huerto de rosas y a cada una pondré cada uno de vuestros nombres. Y al oler su perfume volverán a mi memoria los recuerdos de todo lo que hemos vivido juntos. Y cuando me gire para ver la silueta de Dios entre las nubes doradas del atardecer le daré una y mil gracias porque hizo de vosotros mi mejor regalo. ¡Os Quiero!

Comentarios

  1. Marta gran lección nos deja Pinocho, las cosas debemos hacerlas con amor, si las hacemos con maldad hacemos mal a los demás pero también a nosotros mismos.

    Un beso con cariño

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Totalmente, si hacemos las cosas con ternura y amor nos sentiremos mejor como personas y alegraremos la vida a los demás.

      Eliminar
  2. Ante todo, gracias por siempre pasarte por mi blog (:

    Me encanto tu entrada, me has dejado una linda reflexion...

    "A veces la alegría es tanta que el corazón se desborda y rebosan lágrimas dulces por los ojos” definitivamente la pegare en mi pared!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti, por leerme . Me alegro de que te guste mi entrada =)

      Eliminar

Publicar un comentario