Los relatos de mi mundo onírico

Aún recuerdo nuestra primera cita, estábamos temblando por dentro, pero teníamos una sonrisa en nuestras caras. Era un día de invierno, dónde apretaba el frio. Y se te congelaban las manos y la nariz. La película escogida era una película romántica “Historias de San Valentín”. Teníamos la sala de cine para nosotros solos, excepto una anciana. Al salir de la sesión, te pregunté si te había gustado y me dijiste que sí. Yo me alegre. Después nos sentamos en una explanada y hay hablamos de muchos temas música, sueños, estudios… Yo llevaba un vestido de lana sin mangas blanco, con una camiseta interior, fina y blanca y medias moradas tupidas. Olvidé por completo, haber cogido chaquetón o abrigo o quizás de los nervios, no lo pensé muy bien. Después de un rato hablando, te propuse dar un paseo y recorrer la ciudad. La conversación fluía y conectamos muy bien. De repente, sentí un escalofrío y me estremecí. Tú sin dudarlo, decidiste ofrecerme tu chaqueta vaquera de b

  Déjame recorrerte en cada rincón, permíteme conocer tus suspiros y saborear tus labios cada vez que te los veo húmedos cuando estás cerca de mí. Fíjame la mirada como si el mundo se acabase mañana. Y aunque intentes controlarlo no podrás hacerlo, porque esa sonrisa pícara siempre volverá a resurgir.

  Y cuando en tu trayecto te encuentres cartas aún por escribir, no te asustes, cogeré la pluma, cogeré el papel y te versaré.